Hay una mirada en Antonio. Es una mirada de sabiduría, pero no de una sabiduría solemne, sino, como si al mirarte te dijera: "cuando tú vas, yo ya he vuelto", y tú, irremediablemente, sabes que así es. Una mirada de picardía, de juego.
Estando con él, pude vislumbrar ciertos momentos en los que aparecía un gran despliegue de sencillez, de honestidad. Antonio se me reveló como un maestro feliz, con la carga que toda experiencia ejerce, claro; con la mochila que, a pesar de haber sido vaciada de casi todo lo innecesario, sigue conteniendo algunos pesos perennes.
A Antonio le encantan las calaveras. Su musas son las caninas, esqueletos que él convierte en puras alegorías vistiéndolas con objetos varios y colocándolas en escenarios fantásticos. En este retrato, decidí colocar también a la llamada 'mariposa de la muerte'. En realidad, se trata de una mariposa nocturna, una polilla muy común en España que, a pesar de ese oscuro nombre, es totalmente inofensiva. Se le ha llamado así por el dibujo que porta en su lomo, el cual parece una calavera humana con algunos huesos cruzados. Era la mariposa perfecta para esta pintura. Enigmática como Antonio, misteriosa pero inocua, fascinante y magnética como él. Y, además, luciendo en su cuerpo el símbolo que más referencia hace al propio imaginario del maestro.
Generosidad y astucia, pillería y vulnerabilidad. Así he percibido la luz de Antonio García Villarán, y así traté de reflejarlo en este retrato.
Óleo sobre tabla entelada
65x54 cm.
Junio 2024
VILLARÁN MAESTRO
Técnica: Óleo sobre tablilla entelada
Tamaño de la obra: 65x54 cm.
Año de producción: 2024